La representación de los aficionados : Un juego
Eduardo Mallea.
1ª edición.
Buenos Aires : Sudamericana, 1962.
201 págs. ; 18,5 cm.
Serie: Colección Teatro
Resumen: Esta es la segunda obra teatral de Eduardo Mallea. Se trata, por así decirlo, de una obra dentro de otra: dos tramas paralelas que se armonizan en contrapunto; dos conjuntos de voces que, separadas por dos milenios, se contraponen en un mismo clamor. Los actores de la representación y los personajes de la obra representada tienen algo en común. Todos quieren trascender, encontrar un sentido a sus vidas. La obra elegida para la representación de los aficionados nos traslada a la Roma cesariana y tiene por título "Todo está permitido". Ese título se inspira en la conocida frase de un personaje de Dostoyevski "Sin inmortalidad del alma no hay virtud, lo cual quiere decir que todo está permitido". Todo se mueve en torno a esta idea básica. En los esfuerzos de los actores por sacar adelante la obra y en los del autor de tal obra, que nos muestra a César avanzando con disimulo hacia el poder supremo, se advierte la misma angustia, el mismo afán de hallar una explicación de las conductas, la misma sed de algo que nos es negado. El desenlace lleva la tensión trágica a su colmo. Es la tensión que se refleja en el desprecio de César por los "despreciadores de moscas'' y en el vaso de agua que pide a gritos el primer actor.
Contenido
- Nota importante, p. 8
- Primera parte, p. 9
- Segunda parte - Todo está permitido
- Introito, p. 29
- Acto I, p. 33
- Tercera parte
- Intermedio, p. 79
- Acto II, p. 83
- Cuarta parte
- Intermedio, p. 131
- Acto III, p. 137
- Nota, p. 199